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Lunahuaná es ahora oficialmente el viaje más largo que he hecho en moto. Si bien la distancia no es tanta, definitivamente me ha enseñado unas cuantas cosas.
Al salir a las 7am, encontramos a la ciudad completamente empapada. Nunca había salida en pistas tán mojadas y no hay duda que son de temer. En la misma esquina de mi cuadra casi me caigo cuando las llantas patinaron al frenar (y eso que estaba andando muy lento). Seguimos tranquilos hasta un grifo donde llenamos los tanques y revisamos la presión de los neumáticos. Aprovechamos para comprar agua y galletas para el camino y salimos a la Panamericana.
La carretera en sí fue mucho más divertida y de paso me hizo acordar que debí haberme comprado pantalones impermeables. Los jeans que traía puestos tienen un límite de resistencia al viento y la humedad. En otras palabras, me cagué de frío. Felizmente la moto sí se portó muy bien. Respondía bien en las curvas y no temblaba a altas velocidades.
Las alforjas que había pedido no llegaron a tiempo por lo que tuve que empacar mis cosas en un maletín y amarrarlo a la parte de atrás de la moto. También fue mala idea no conseguir un pulpo para sujetar bien las cosas. El cable de seguridad no tiene suficiente tensión como para sujetar las cosas de manera adecuada. Todo lo que vaya sobre la moto debe quedar prácticamente inmóvil ya que en las curvas cada cambio en el centro de gravedad representa un grado de pérdidad de control.
El contacto directo con los elementos es realmente asombroso. Algo que nunca había sentido en un auto. Pasar de las nubes, el frío y la lluvia al calor y brillo solar en menos de un minuto fue un gran regalo de bienvenida a Lunahuaná. Excelentes condiciones para seguir andando.
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Hola , felictaciones por la aventura y la narración, Nos gustaría saber si estás de acuerdo para incluir tu relato en nuestra página de Lunahuaná. Saludos
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