Iquique, tierra de sol y mar. Inesperadamente paradisiaco y fuente de diversión. Si antes había pensado que Arica era un buen lugar para descansar, entonces Iquique era el non-plus-ultra. Poco después de llegar me encontré con Emily, una amiga que conocí hace mucho tiempo (4 días antes en el hostal de Nazca). Estaba exhausto pero logró convencerme para que bajara a tomar unos tragos y conocer a la gente del hostal. Ella ya había estado acá una noche. En realidad, se había convertido en mi pseudo-compañera de viaje. Nos conocimos en Nazca y cuando ella llegó a Arica me recomendó el Surfhouse Hostel. Pasamos un día ahí y luego ella siguió a Iquique. Era sumamente útil tener a alguien que te recomiende y reserve habitaciones con anticipación, pero más que eso, te levanta los ánimos llegar a un lugar nuevo e inmediatamente ver una cara conocida.