Salí de Coroico luego de ver el partido de la mañana. Preparé todo, me despedí de Josué y emprendí una de las últimas grandes etapas del viaje. Mi destino era Puno y para llegar ahí tendría que atravesar la famosa Ruta de la Muerte, ascender y pasar por La Cumbre a más de 4600 msnm y después rodear a La Paz hacia el Lago Titicaca.
Primero tenía que bajar de 1700 msnm hasta los 1100m en el pueblo de Yolosa. Ahí era el punto de partida del camino (o la llegada para los ciclistas). Un guardia en el puesto de control me detuvo y me informó que tenía que tener mucho cuidado con los ciclistas que venían desde La Paz. En la oficina de turismo en Coroico me confirmaron que este camino antiguo ya no era usado por camiones de carga. Solo lo usaban unos cuantos vehículos del pueblo y los grupos de ciclistas de aventura. Eso quería decir que dentro del ranking de peligros en la ruta, yo figuraba cerca de la cima. En otras palabras, yo no tenía que cuidarme de los demás tanto como los demás (ciclistas) tenían que cuidarse de mí. Igual anduve precavido todo el camino. Después de todo, no quería ser responsable por la caída de algún turista. Esta carretera cobra en promedio 100 vidas al año en un trayecto de solamente 60km.
Nuevamente me tocaba conducir por el lado izquierdo pero muy cerca del comienzo algo en las ramas de los árboles en el barranco me llamó la atención. Me acerqué un poco más y el ave se lanzó de la rama sobre la que estaba postrada. Extendió sus alas, se dio la vuelta y pasó volando justo encima de mi cabeza. Acababa de recibir la bendición de un cóndor andino.
La ruta en sí era genial. Comenzó como los caminos de tierra que tanto despreciaba pero mientras más subía la ruta se humedecía y dejaba de levantar tanto polvo. Durante todo el trayecto me crucé con ciclistas que bajaban desde La Paz. Algunos de ellos disfrutando de la velocidad y el peligro, algunos yendo lo más despacio posible y otros yendo dentro de las camionetas de apoyo, claramente aterrorizados por el camino. La mayoría de ellos seguían las reglas que los guías tenían que haberles explicado antes de entrar a la ruta pero cuando me tocaba cruzarme con los lentos, ellos se pegaban lo más posible a la pared cuando las reglas de Los Yungas me otorgaba a mí el derecho de pasar por la izquierda. Para evitar cualquier catástrofe en caso que uno de estos ciclistas tuviera demasiado miedo como para tomar una decisión, me detenía por completo y esperaba que pase el grupo entero.
Toda la experiencia de subida fue indescriptible y dejaré que las fotos hablen por sí solas:
Llegando al punto de partida del camino ya empezaba a hacer mucho frío. Había pasado de los 1100 msnm hasta más de 3000 msnm en cuestión de pocas horas. Aquí el camino se conectaba con una autopista asfaltada que conducía directamente a La Paz. Aproveché la ausencia de vehículos para cambiarme y prepararme para las heladas alturas bolivianas.
Luis, creo que nadie te quiere ver en calzoncillos…
jaja
jajajja shuuuta parece que esa coca estaba power… tanto que se te diò por hacer streap tease… pregunta… como tomas esas fotos si estàs solo… o no? que dejas la camara en timer y posas corriendo???? no te creooooo…. jajaja a propo…. que ha pasado amigo? tas gordo!!!! :p jajajja