El padre de Charles me dijo antes de salir de Florianópolis que se había pronosticado una helada por la región de la sierra de Santa Catarina. No es que no le haya creído pero parte de mí no quería creer que hayan regiones en Brasil donde las temperaturas llegaran a cero grados. Los últimos días había estado con bastante calor así que debajo de la ropa de moto solo tenía la ropa de baño y un polo manga cero.
Poco a poco iba trepando los cerros y alrededor de la ciudad de Lajes había subido desde el nivel del mar a unos 1300msnm. Empezaba a sentir el frío. No se comparaba en nada con lo que sentía en la Patagonia pero era inesperado. Cuando paré a comer en una lancheria aproveché para ponerme más ropa. Mientras comía me di cuenta que me había puesto demasiada. Es complicado determinar cuánta ropa necesitas ponerte. Viendo los cielos despejados y el paisaje tropical te hace pensar una cosa pero la sensación térmica te dice otra cosa. Tienes que en cuenta la variación entre sol y sombra y que la temperatura cae varios grados cuando estás yendo a velocidad.
El camino me tuvo entretenido. Constantes subidas y bajadas y vueltas y vueltas. Los árboles alternaban la trayectoria luz y sombras. Las nubes decoraban el cielo y desde las partes más altas se podían ver decenas de valles verdes.
A veces los paisajes cambiaban a sembríos de arroz y pastizales extensos de un color verde casi fosforescente. Los colores no parecían reales. Las nubes parecían sobrepuestas, los campos con colores resaltados. Era como si la realidad hubiera sido retocada con Photoshop.
Los paisajes me mantuvieron muy entretenido por las casi 7 horas de manejo que pasé. Al atardecer ya había llegado a Chapecó. Comí la hamburguesa más grande que haya visto (era del tamaño del plato) y luego fui a buscar un hotel para pasar la noche. Fue un gran descanso y salí a la mañana siguiente para llegar lo más temprano posible a Puerto Iguazú.
Parecía que todas las predicciones del papá de Charles se estaban cumpliendo. También me había advertido sobre las neblinas que pasan por esa región. Las nubes se quedan atrapadas por los valles y demoran en disiparse. A unos 30km de Chapecó me tocó pasar por la primera tanda de neblinas.
Una vez adentro se podía ver muy poco. Encendí los faros al máximo y también puse las luces de emergencia. No circulaban muchos autos pero si alguien se acercaba quería que me vea desde una distancia donde podría reaccionar con tiempo. Crucé otros lugares así pero no fue hasta mucho después que pude apreciar la densidad y extensión de la neblina en cada parte. Era como ver a la tierra ascender entre las nubes.
El cálculo de la plata necesaria fue exacto. Gasté mis últimos R$13.95 en gasolina y terminé de avanzar los últimos 50km hasta la frontera argentina en Barracão. El cruce de fronteras fue simple y rápido aunque había un agente de aduanas que parecía estar harto de su trabajo por la poca paciencia que tenía. Yo ya me había autoconfigurado para comunicarme en portugués y el cambio brusco al español fue como un pequeño shock. Cuando me demoraba en responder me volvía a preguntar con un tono prepotente y agresivo. No fue hasta que le dije que había recorrido casi toda la Argentina que se mostró más amable.
Saliendo del pueblo de Bernardo de Irigoyen emprendí la ruta hacia Puerto Iguazú por la RA-101. Del lado argentino los bosques eran más frondosos lo que también significaba que habían más insectos en la vía. Cada dos kilómetros aparecía una explosión nueva en el visor. Como el casco solo me cubre la mitad de la cara siempre uso la bufanda para taparme la boca. Lo último que querría serían insectos siendo arrollados por mis dientes. Aun así podía sentir a los bichos grandes golpearme en el cachete.
Habían pocos baches en la carretera pero el problema eran las sombras que creaban los árboles sobre la calzada. Era casi imposible detectarlos con tiempo pero felizmente no tuve problemas con eso. Simplemente le bajé un poco al ritmo de viaje y pasaba más cerca a la línea central. Luego llegué a una intersección donde habían dos vías que llevaban a Puerto Iguazú. La principal daba una vuelta por el pueblo de Wanda y recorría 120km hasta Puerto Iguazú. La otra era una vía directa de 60km pero no era asfaltada. Era un camino de suelo natural. Ingresé a la vía más corta para probar el camino pero en menos de 100 metros me di cuenta que a pesar que la otra vía era el doble de larga sería más rápido ir por ahí.
En dos horas, y después de pasar un control policial donde todavía no estoy seguro si me pidieron que me detenga, había llegado a Puerto Iguazú. En unos días estaría volviendo a cruzar fronteras.
hola como estas yo siguiendo contigo este viaje, suerte. Besos Cachi.
Luis Alberto realmente maravilloso viaje el que estas realizando, conociendo tanta gente amable, disfruto cada detalle y las hermosas fotos. Que Dios te bendiga a ti y cada persona que conoces en tu camino.