Flashback: Puerto Iguazú

Retrocedamos un poco…

El primer día fui directo a Foz do Iguaçu para tomar el bus a las cataratas del lado brasilero. Ya me habían comentado que el orden para ver las cataratas es primero ir al lado brasilero a apreciar la vista panorámica y al día siguiente visitar el lado argentino para sentir toda la fuerza de las aguas desde su interior. La caminata no duró mucho ya que era un recorrido bastante rápido pero la vista era impresionante. Ya casi al final había una pasarela donde podías pararte en frente a una catarata menor y verla desde muy cerca. A lo lejos, se veía una bandera argentina flameando en la pasarela sobre la Garganta del Diablo.

Muy temprano al día siguiente fui al lado argentino en compañía de Javier, un chileno que conocí en Uruguay, y un tipo brasilero cuyo nombre no me acuerdo. Lo que sí recuerdo era que después de ver cada letrero indicando un sendero me decía, “¡Sendero Luminoso!”. Le expliqué lo que era Sendero Luminoso pero esto no pareció quitarle las ganas de seguir repitiéndolo. Lo decía como un niño repitiendo algo que acaba de aprender una y otra vez. Teníamos el objetivo de ver todo el parque en un solo día pero llegó un punto en el que el señor de Brasil nos dijo que continuáramos sin él porque nos estaba frenando el paso.

Detrás de cada esquina había una caída nueva. La vida silvestre también era espectacular. Mariposas, pájaros, ciempiés, monos (que no vi pero sí escuché), ardillas y una especie de rata adorable. Poco a poco nos íbamos acercando a la atracción principal: la Garganta del Diablo. Desde lejos podíamos escuchar la caída y ver una nube de surgiendo de donde el río parecía hundirse. Hay lugares con tanta energía que no importa cuántas fotos hayas visto, nunca te podrán quitar el asombro de estar en presencia de algo tan magnífico. Machu Picchu, el Glaciar Perito Moreno y el Monte Fitz Roy están entre estos lugares y las cataratas del Iguazú tienen un lugar especial en esta lista ya que hasta parecen tener vida. Pararte al borde de la caída es como estar en el evento horizonte de un hoyo negro. La fuerza de semejante espectáculo te deja aturdido y preguntas de dónde m!#$”@ puede estar saliendo tanta agua. Las fotos no le hacen justicia.

Tuvimos la suerte de poder hacer prácticamente todo el recorrido en un día y regresamos agotados al hostel donde sellamos la jornada con una parrillada a todo dar. Hasta incluyó un show de tango y también de samba para mostrar un poco de cada país que comparte esta maravilla natural.

…

Ahora avancemos casi dos años al presente. Ya no está Javier. Ya no está el señor brasilero. Ya no está esa simpática chica americana de los Cuerpos de Paz de Perú. Y sobre todo ya no está el cielo despejado. Éste es el Puerto Iguazú que me tocó esta vez:

¿Qué se supone que debes hacer cuando te tocan días así? Pues lo tienes que compensar conociendo a las demás personas que no están haciendo nada, comer muchas empanadas, tomar caipirinhas y bailar samba (o por lo menos hacer el intento) hasta el amanecer.

Amanecerme de parranda tal vez no haya sido la idea más inteligente considerando que tenía que partir a Asunción en la mañana. Como el resto de decisiones menos sensatas que he tomado en el viaje, no me arrepiento. Después de todo, solo se vive una vez.