Han pasado ocho meses desde que regresé a mi hogar. Muchas cosas habían cambiado en lo que era mi entorno cotidiano pero es sorprendente lo rápido que te vuelves a integrar a tu vida antigua. Despertar en tu cama, desayunar con tu familia, pasar por los mismos sitios inalterables, día tras día. Sin que te des cuenta, ya estás trabajando nuevamente y las fotos de tus aventuras pasan a ser memorias de un pasado distante, o en el peor de los casos una vida ajena. Aunque lo parezca, no es un sensación que tiene que ser negativa pues estas memorias se convierten en un nuevo anhelo por salir y descubrir el mundo, sea como sea.
Aunque no lo crean, la Inmortal siguió rodando sin problemas hasta la semana pasada cuando la caja de cambios reventó y me vi forzado a empujarla por 2 kilómetros hasta mi casa. Felizmente mi confiable mecánico hará su magia dentro de poco y veré si vuelvo a mis andanzas de dos ruedas o regreso a la prehistoria viajando en combis.
Sus cicatrices le dan personalidad.
Por ahora me encuentro atado a la ciudad de Lima por varios meses pero lo que eso significa para esta página es que se vienen memorias del pasado. Viajes extraordinarios con la suficiente dosis de humor, porque recordar es volver a vivir y todos nosotros de alguna manera u otra deseamos volver a vivir las locuras de antaño.