“Tanto dolor en tu vida
tuviste que soportar
que caíste malherida,
te olvidaste de volar…
Es tu alma, que te habla,
que no se quiere apagar,
que desea ser corsaria
y la lucha continuar.”
– Desconocido
“Tanto dolor en tu vida
tuviste que soportar
que caíste malherida,
te olvidaste de volar…
Es tu alma, que te habla,
que no se quiere apagar,
que desea ser corsaria
y la lucha continuar.”
– Desconocido
Era un buen día. Un día como pocos otros. El sol brillaba intensamente, los pájaros cantaban, y yo regresaba a mi casa alegremente. La música en mis audífonos me hacían entonar notas fuertemente. Algunas personas volteaban a mirar. Todo andaba de maravilla.
A la Inmortal ya le tocaba su mantenimiento. En verdad le tocaba su mantenimiento como 1000km atrás pero siempre había una excusa o alguna razón para no llevarla todavía al taller. Roldán (mi mecánico) ya me había advertido que era hora de cambiar los discos del embrague y hacer una revisión a profundidad del motor. Ya había recorrido muchísimo y se había esforzado como ninguna pero mi adorada nunca se quejó. Nunca me dio señales que quería que la revisaran. Que necesitaba que la revisaran. Es posible que ni ella misma se haya dado cuenta que estaba mal del corazón.
Crucé un semáforo en la Av. La Merced y ni bien avancé 100 metros escuché un crujido metálico.
Han pasado ocho meses desde que regresé a mi hogar. Muchas cosas habían cambiado en lo que era mi entorno cotidiano pero es sorprendente lo rápido que te vuelves a integrar a tu vida antigua. Despertar en tu cama, desayunar con tu familia, pasar por los mismos sitios inalterables, día tras día. Sin que te des cuenta, ya estás trabajando nuevamente y las fotos de tus aventuras pasan a ser memorias de un pasado distante, o en el peor de los casos una vida ajena. Aunque lo parezca, no es un sensación que tiene que ser negativa pues estas memorias se convierten en un nuevo anhelo por salir y descubrir el mundo, sea como sea.
Aunque no lo crean, la Inmortal siguió rodando sin problemas hasta la semana pasada cuando la caja de cambios reventó y me vi forzado a empujarla por 2 kilómetros hasta mi casa. Felizmente mi confiable mecánico hará su magia dentro de poco y veré si vuelvo a mis andanzas de dos ruedas o regreso a la prehistoria viajando en combis.
Sus cicatrices le dan personalidad.
Por ahora me encuentro atado a la ciudad de Lima por varios meses pero lo que eso significa para esta página es que se vienen memorias del pasado. Viajes extraordinarios con la suficiente dosis de humor, porque recordar es volver a vivir y todos nosotros de alguna manera u otra deseamos volver a vivir las locuras de antaño.
Hola a todos. Espero que hayan pasado una linda Navidad y que sus respectivas fiestas de Año Nuevo sean a todo dar.
He estado ausente del blog por un tiempo, lentamente reintegrándome a la sociedad sedentaria pero siempre imaginando la próxima gran aventura. Aprovecho para comunicarles que el 8 de enero vence el hosting de este blog y lo estaré transfiriendo a otro servidor pero como me encuentro un poco lejos, la página estará caída por varios días. Cuando regrese, habrán muchas cosas interesantes para ver. Más historias, mejor diseño y un poco de crecimiento virtual.
Gracias a todos los que me acompañaron en este último viaje en presencia y por la web. Sus buenos deseos siempre fueron profundamente apreciados.
El fin de semana se publicó en el portal lamula.pe una entrevista que me hicieron después de llegar a Lima. Disfrútenla aquí.
Parece ser que no solo las personas se resisten al cambio, sino también el universo en sí. Estoy convencido que el universo tiene una rutina y cuando suceden cosas que alteran esa rutina, el universo intenta cambiar el rumbo para que todo vuelva a la normalidad. El universo creía que yo quería cambiar su rutina. El universo no quería que yo me fuera de viaje.
…
Me había propuesto salir el día de ayer (23 de marzo). Ya lo había establecido como una fecha límite en la que tenía que salir sí o sí. Los diversos retrasos anteriores ya me habían obligado a posponer el viaje por dos semanas y no podía seguir aplazándolo aun más. Esa mañana conseguí lo último que me faltaba, metí mis cosas a las alforjas y la mochila y después de almorzar en casa, empecé a cargar las cosas a la moto.
El 15 de febrero se hizo pública una medida legislativa para implementar el uso de chalecos y cascos con el número de la placa escrito en ambos. Esta medida entrará en vigencia dentro de 90 días a menos que se haga algo al respecto. El ministro de Transportes y Comunicaciones argumenta que con esta medida se reducirá la cantidad de asaltos en motocicleta y también aumentará la seguridad de motociclista al ser más visible. A primera vista parece ser algo lógico pero si se hubieran tomado la molestia de realizar un estudio, siquiera a groso modo, se habrían dado cuenta de lo enormemente estúpida que resulta esta medida.
Para comenzar, con esta medida se asume que todo motociclista es un delincuente, obligándolo a usar una identificación que lo margina y lo categoriza como tal. Se me vino a la mente otro régimen no tan antiguo que marcó a sus prisioneros y me pregunté, ¿en qué clase de sociedad estamos viviendo? Es cierto que en Colombia se ha adoptado esta medida pero debemos considerar que es una realidad completamente diferente. No se puede tratar de plantear las mismas soluciones para problemas que aquí son inexistentes. Los robos al paso en Lima se dan mayormente en automóviles pero la nueva ley no requiere que los mismos pinten el número de su placa sobre el techo o el capó o que los conductores usen una gorra con su número. Si esta medida se llega a concretar, se crearía un precedente para que en el futuro nos obliguen a todos a usar camisas con nuestro DNI bordado en la espalda, o peor aun, tatuado en la frente.
Más allá de la segregación del motociclista como delincuente, la medida no aumentará la seguridad ciudadana. Es más, crea un peligro adicional. Ningún delincuente va a cometer un crimen usando su propia moto, su propio casco, y su propio chaleco. Los motociclistas nos exponemos a convertirnos en una herramienta al paso para cualquier criminal. Solo hace falta que nos asalten en un semáforo, nos quiten el casco y el chaleco, cometan su fechoría y al final el que se tiene que enfrentar a la ley es el agraviado ya que usaron su identidad para cometer un crimen. Tampoco ayudará a identificar a los que hayan cometido el crimen. Cuando la policía busque a un par de motociclistas con chaleco naranja, van a pescar a los primeros dos motociclistas honestos que se les crucen y con eso “resolvieron” su problema. ¿Cumplen con la descripción? ¿Sí? Entonces ya capturaron (y de paso inventaron) a los “Malditos de [localidad X]”. Motociclistas honestos pagarán pato por leyes ridículas implementadas apresuradamente. Es como si los ministros que aprobaron esta ley fueran incapaces de pensar en situaciones hipotéticas, incapaces de ponerse en el lugar de otro. Si un ministro es incapaz de ponerse en el lugar de otro entonces es incapaz de poder representarlo correctamente. ¿Realmente deberíamos tener ministros que son incapaces de representarnos?
Existen muchas más situaciones que evitan que sea una medida a la altura de nuestra realidad. Los repartidores usan cajas en sus motos que restringen la visibilidad del chaleco. Estarían infringiendo. Muchos estudiantes y trabajadores necesitan usar mochila para llevar sus libros, documentos, o herramientas. En la moto no tenemos maleteras. Estarían infringiendo. Si un motociclista decide llevar a un pasajero, también estaría infringiendo. El pasajero cubriría el chaleco y los números del casco.
No soy un delincuente. No soy un criminal. No merezco que se me trate como uno. Soy un motociclista. Soy un ciudadano. Soy una persona. Como tal tengo derechos constitucionales que me garantizan que seré tratado con respeto e igualdad. Tengo el derecho a no ser discriminado por el modo de transporte que he optado usar. Tengo el derecho a no ser humillado, obligado a usar accesorios que me etiqueten de delincuente. Ni yo ni mis compañeros moteros aceptaremos esta imposición ridícula.
A partir de este blog hago un llamado a todos los motociclistas del Perú para que se enteren de la situación y se unan a la causa. Únanse al grupo de Facebook que se ha creado para que estén al tanto de las reuniones que se llevarán a cabo. También revisen la discusión en el foro de TodoAutos.com para que sepan cuáles son algunas de las ideas que se han planteado hasta el momento para lograr derogar esta ley. Recuerden que si nos unimos en contra de esto y lo hacemos de manera generalizada y ordenada podremos anular estas medidas tan ridículas y de paso ya tendríamos una fuerza concertada para pronunciarnos con mayor eficacia en contra del alto costo del SOAT para motos. Juntos lo podremos lograr.
Hace unos días me encontraba dando vueltas por Miraflores. Estaba haciendo un poco de tiempo antes de encontrarme con alguien y decidí pasear con tranquilidad por las calles, absorbiendo la paz y serenidad de la zona. Árboles altos, hojas verdes que dejaban pasar esporádicamente algunos rayos de sol que calentaban pequeños puntos entre las sombras de verano.
Todo andaba de maravilla hasta que al cruzar una intersección, me golpeó por el costado una ráfaga de viento que casi me bota de la moto. Afortunadamente estaba en una calle sin tráfico. Tal vez exagero un poco, la verdad es que me agarró desprevenido. Ya había sentido vientos cruzados anteriormente pero nunca en la ciudad, especialmente en una zona con tantos edificios. Fue como si se hubiera creado un túnel de viento en una de las calles. Se me vino a la mente un documental donde un par de motociclistas tuvieron que atravesar una tormenta de arena inclinándose casi 45 grados para contrarrestar la fuerza del viento.
Esta semana viajé a Tacna por motivos de trabajo (no, no fui en moto). En el camino al pueblo donde iba a pasar las próximas dos semanas, atravesé extensas áreas llenas de arena. La carretera creaba una división entre las pequeñas dunas. El viento aquí era mucho peor no solo por la fuerza sino que venía acompañado de tierra y arena. Tanto aquí como en el norte del país, cuando sopla mucho viento, el desierto empieza a invadir la carretera dejando parches y hasta a veces dunas en medio de la Panamericana. La tracción sobre arena tan suave es mínima y representa un gran peligro si llego a toparme con ello. Eso, combinado con los vientos es algo con lo que uno tiene que ser precavido.
Estuve leyendo que en la Patagonia argentina los vientos de este tipo (sin la arena) son frecuentes durante todo el año. Espero no tener que desarrollar la destreza de manejar con una inclinación lateral de 45 grados para contrarrestar las fuerzas eólicas de estas zonas inhóspitas.
Fue una larga noche. Había ido a Miraflores a buscar a Gaby, una amiga que visitaba de Argentina. Se estaba quedando en un hostal frente al Parque Kennedy. Llegué un poco tarde (en realidad era temprano bajo estándares de “Hora Peruana”) y nos tomamos un trago mientras charlábamos esperando a un grupo de amigos que nunca llegaría. Después de darnos cuenta de lo inútil de nuestra espera, salimos a dar una vuelta en la mejor manera para apreciar un lugar nuevo… en moto. Dimos un paseo por Barranco, donde paramos a comer unos anticuchos y charlar un rato más. Entramos a los puntos de diversión clásicos solo para encontrar que no era la mejor noche para salir a juerguear. Después de dar unas vueltas más, bajamos por el Circuito de Playas antes de regresar a Miraflores.
Pocas personas a las que he llevado en moto han sabido comportarse tan bien como Gaby, a quien poco le importó que un taxi casi nos arrollara mientras salíamos del estacionamiento. Puede que hayan sido los años de experiencia (según ella) de andar como pasajera en moto que le permitieron tomar fotos y sacar videos mientras nos perdíamos entre los vehículos que se creen dueños de las calles limeñas. Por lo general a mis pasajeros les da síndrome de marsupial y se aferran a mi espalda durante el trayecto, o sino me dan cabezazos con el casco cuando freno, o en otras ocasiones se inclinan al lado contrario cuando entro a una curva. Terrible. Uno de los peores trató de asfixiarme usando sus piernas para aplastar mis costillas. Los que vieron Goldeneye seguro se acordarán de Xenia Onatopp y cómo mataba a sus víctimas. Era algo parecido pero menos sensual. Mucho menos. En fin, mi pasajera de esta noche comparte el premio de Mejor Pasajero con el Chino Koo que cargó en cada mano una bolsa llena de botellas de vino cuando regresábamos a una fiesta.
Al llegar de vuelta a Miraflores, compartimos un enorme sandwich que ella había procurado. Después de un rato, probablemente efecto secundario del sandwich, ya me estaba dando sueño. Parecía que habían pasado varias horas y estaba contemplando la idea de quedarme dormido en uno de los sillones del hostal pero preferí la comodidad de mi propia cama. El hecho que tenía que trabajar al día siguiente también pudo haber tenido algún grado de influencia en mi decisión de retirarme.
Me despedí, bajé a la calle y al llegar a la moto vi cómo mis manos sacaban la cadena por su propia voluntad, yo no tenía control sobre ellas. El sueño parecía haberse potenciado por lo lleno que me dejó ese sandwich. Me subí a la moto, prendí el motor y me puse el casco, que parecía más pesado de lo normal. Me aproximé al primer semáforo y desde ahí ya sabía que iba a tener problemas. Sentía los párpados pesadísimos. Sacudí la cabeza y abrí los ojos lo más que pude. Respiraba profundamente en afán de mantenerme despierto. La luz cambió a verde y seguí mi camino.
Mientras estaba andando no sentía tanto cansancio. Obvio que todavía tenía sueño, pero no sentía que me iba a quedar privado en medio camino. Llegué a otro semáforo y en una de las parpadeadas mis ojos no se volvieron a abrir. No me había quedado dormido. Simplemente mis ojos se quedaron cerrados. Luché para volver a abrirlos. Sabía que mientras más tiempo permanecían cerrados, mayores eran las probabilidades que me quedaría dormido. Finalmente logré abrirlos y tuve una revelación.
Debo mencionar que cuando tengo mucho sueño suelen ocurrirme ideas que probablemente no caigan en la categoría de inteligentes. A muchas personas les pasa cuando están borrachas. A mi me pasa cuando hago un esfuerzo por no dormirme. En esta ocasión lo que pensé fue, “Si cierro ambos ojos, me quedo dormido y recupero el 100% del sueño necesario. Si cierro solamente un ojo, entonces me quedo medio dormido y recupero el 50% del sueño necesario, justo lo que necesito para llegar a casa”. Díganme si no es un idea brillante. Pasé el semáforo y cerré un ojo. ¡Tenía razón! Funcionaba de maravilla. Ahora solo sentía la mitad del cansancio. Desafortunadamente se me hacía difícil calcular las distancias a los rompemuelles y baches así que decidí aplicar la técnica del mediosueño solamente en los semáforos.
En el siguiente semáforo, aproximadamente a mitad de camino a mi casa, las cosas empeoraron. Ya estaba empezando a cabecear y sentía que mi pierna de apoyo se desplomaba por el peso de la moto. Una señora en el auto a mi izquierda miraba horrorizada que alguien esté montando una moto con semejante cara de sueño. Tenía que aplicar otra estrategia. Entré a una avenida grande, creo que era la Javier Prado y aceleré un poco. En este instante se me ocurrió mi segunda idea brillante. “Si voy más rápido voy a producir más adrenalina. La adrenalina me va a ayudar a quedarme despierto y la velocidad adicional hará que llegue a casa más rápido. ¡Doble funcionalidad! Soy un genio”. Empuñé el acelerador y llegué a una velocidad no apropiada para la zona en la que me encontraba. Parte de mí tenía miedo pero era este miedo el que me mantenía despierto. Como un adolescente en una película de Freddy Krueger, tenía que hacer todo lo posible por evitar quedarme dormido.
…
Me desperté. Eran las 8:30am. Había llegado a casa sano y salvo. Recordé que llegué, metí la moto y la tapé. Me acuerdo haber subido a mi habitación y haberme quedado dormido casi instantáneamente. Lo que no recordaba era cómo llegué a mi casa. No recuerdo la ruta que tomé desde Miraflores hasta La Molina. Recuerdo los breves momentos de lucidez en algunos semáforos y las ideas estúpidas que se me vinieron a la mente, pero las calles que tomé siguen sin figurar en mi memoria.
Pensándolo bien, tal vez debería haberme quedado en ese sofá en Miraflores.
* Esta publicación es meramente anecdótica. Espero que quede claro que no recomiendo el uso de ninguna de estas ‘técnicas’ para combatir el sueño. *
Feliz Año a todos. Espero que este primer mes los haya estado tratando bien.
Como podrán ver, he trasladado todo el contenido del sitio anterior (wordpress.com) al dominio actual (vueltasudamericana.org) y de paso aproveché para hacer un leve rediseño. Ahora todo el contenido será publicado acá mientras que el anterior quedará en desuso (aunque todo el tráfico esta siendo redirigido a este sitio).
Una semana antes que acabara el 2009 estaba regresando a mi casa por el cerro de La Molina. Como había poco tráfico, entré con velocidad y bajé los cambios según era necesario. Llegando a la curva bajé a tercera y aceleré pero no enganchó. Era como estar en neutro y habían carros detrás de mi. Pensé que se me había jodido la caja de cambios pero subí a cuarta y comenzó a andar. Bajando el cerro hice algunas pruebas y comprobé que solo era tercera que no enganchaba. Estuve el resto del día pasando de segunda a cuarta.
La dejé en el taller, esperando que a más tardar la tengan lista en una semana. Durante ese tiempo los llamé varias veces para ver cómo seguía y al parecer el problema fue más complicado que un simple ajuste. Tuvieron que reemplazar varias partes del motor y volver a armarlo. Felizmente todo seguía bajo garantía. Recién hace un par de días me la devolvieron. Como nueva.
…
Ya solo faltan dos meses para el inicio del gran viaje. Después de analizar bien los tiempos requeridos y las rutas que debo tomar he decidido que voy a dividir el viaje en dos etapas: la parte sur y la parte norte. La idea ahora es viajar hasta Ushuaia y regresar por la costa Atlántica hasta la altura de Florianópolis o Joinville en Brasil. De ahí en lugar de continuar hacia el norte como había planeado anteriormente, voy a girar hacia el oeste y atravesar Paraguay y Bolivia, regresando al Perú por Puno. En un futuro completaría la otra mitad viajando por el norte a Ecuador y Colombia y dando la vuelta por Venezuela y las Guyanas, bajando por Brasil hasta Sao Paulo. De ahí me metería a cruzar la selva brasilera entrando directamente a Perú por la Carretera Interoceánica. Haciéndolo de esta manera, agrego dos países más a la lista de recorridos y me da la oportunidad de visitar muchos lugares interesantes en el medio del continente.
…ojalá deje de llover. Ya me quiero ir a la playa.