Saliendo de Arequipa pasé por un lubricentro para hacer un cambio de aceite muy necesitado. Le contaba los últimos detalles de mi periplo al mecánico mientras me alcanzaba las herramientas y los envases de aceite nuevos. Me recomendó una forma más rápida para salir hacia la Panamericana y pocos minutos después de salir del taller ya estaba nuevamente restándole kilómetros a la distancia que me separaba de mi hogar.
Category: Vuelta Sudamericana
El Vuelo del Cóndor: Arequipa
Unas tres horas antes de llegar a Arequipa dejé de chacchar coca porque mi cerebro me decía que era necesario que me dé hambre. En las últimas 36 horas sólo había comido un choclo con queso y dos alfajores y todavía no tenía hambre. Cuando entré a la ciudad de Arequipa alrededor del mediodía todavía no tenía mucha hambre pero ya sabía exactamente lo que quería comer. Había estado pensando en ese momento desde varios días atrás. Entré al primer Chifa que encontré y me pedí el Aeropuerto Especial con mi Inca Kola. Las palabras no pueden describir la satisfacción y alegría desbordante que sentía mientras metía cucharada tras cucharada de esa magnífica combinación de pollo, arroz, fideos, res, tocino, y camarones en mi boca. Si llegué a soltar una lágrima, era poco comparado con lo que ese plato merecía. Salí de ahí completamente satisfecho y me dirigí al centro en busca del hotel.
La cabeza en las nubes: Rumbo al Perú
Había completado la Ruta de la Muerte pero eso no quería decir que el resto del camino iba a ser fácil. Pasar al asfalto fue un gran paso hacia adelante pero la altura estaba empezando a afectarme a mí y a la moto. Por más que hiciera esforzar el motor, no pasaba de los 70kph y la ruta seguía subiendo más y más. Con la altura venía en frío y unos kilómetros más adelante tuve que sacar los guantes grandes. A pesar de todo esto, la vista hizo que todo valga la pena. No había razón para estar quejándose.
Mirando al vacío: La Ruta de la Muerte
Salí de Coroico luego de ver el partido de la mañana. Preparé todo, me despedí de Josué y emprendí una de las últimas grandes etapas del viaje. Mi destino era Puno y para llegar ahí tendría que atravesar la famosa Ruta de la Muerte, ascender y pasar por La Cumbre a más de 4600 msnm y después rodear a La Paz hacia el Lago Titicaca.
Pequeño paraíso: Coroico
Los días de tranquilidad comenzaron con la última subida complicada hacia Coroico. Era un camino empedrado que ascendía hasta llegar al pueblo donde me aguardaba una vista espectacular. Eran las 11 de la mañana.
Pasando el pueblo hacia arriba terminé en el hotel que se convertiría en mi santuario por los siguientes tres días. Era como estar en un resort playero pero solo que en lugar de tener una vista al mar tenía en frente una cordillera verde con nevados de fondo. Era asombroso en todo sentido. Dejé mis cosas en la habitación y antes de finalmente echarme a relajar y disfrutar del entorno fui en busca de un mecánico para solucionar los mil y un ruido que estaba haciendo la moto.
Primera Sangre: Trinidad hacia Coroico
Son aproximadamente 520km los que separan a Trinidad y Coroico. Tomando en cuenta la velocidad promedio con la que he estado viajando esperaba que me tome 7 u 8 horas llegar hasta allá. Mis cálculos fueron rápidamente desechados al salir de la ciudad ver que el asfalto se perdía entre la tierra. Le pregunté a varias personas, esperando una respuesta prometedora de cualquiera pero la realidad era que no habría asfalto hasta llegar a Yucumo que estaba a unos 250km.
La familiaridad de un lugar desconocido: Santa Cruz de la Sierra
La ciudad de Santa Cruz está diseñada en anillos concéntricos, siendo la Plaza 24 de Septiembre el centro absoluto. Es una forma interesante y ordenada para planificar el crecimiento de una ciudad. Me dirigí hacia el primer anillo donde estaba el hospedaje que me habían recomendado pero al llegar, parecía que había una manifestación justo en frente de lugar así que me di la vuelta y probé en otra parte. Un poco más lejos encontré otro lugar con un exterior muy simple pero que resultó ser extremadamente agradable. Metí la moto a un corredor usando una rampa improvisada que terminé partiendo por la mitad. Son cosas que pasan.
Durante el día me paseaba por las calles del centro bajo los arcos coloniales de las veredas. Desde el primer día parecía como si hubiera estado viviendo ahí durante meses. Caminaba por las calles, saludaba a todo el mundo, y prestaba atención a los cruces ya que los carros tenían poco o ningún respeto a los peatones. Había que tener muchísimo cuidado en las esquinas ya que los semáforos solo estaban de adorno. En la plaza central pude disfrutar de los edificios históricos y una imponente catedral. No había entrado a una iglesia en mucho tiempo y había olvidado lo sereno que es el interior cuando no hay misas ni celebraciones.
Continue reading La familiaridad de un lugar desconocido: Santa Cruz de la Sierra
Rocketman: Atravesando El Chaco
Apenas crucé el puente sobre el Río Paraguay comenzó el paisaje que me acompañaría por las próximas 36 horas: una llanura con palmeras, pasto, animales muertos y aves de carroña comiéndolos.
El descanso: Asunción
Mi intento de salir de Puerto Iguazú por balsa hacia Uruguay fue fallido. Había una carrera de lanchas en el río y además, según lo que me contaron los policías en el puerto, la balsa no operaba los fines de semana. ¿Qué me quedaba? Tenía que cruzar hacia Ciudad del Este a través de Foz do Iguaçu. Esto era justamente lo que quería evitar. Sabía que cruzar el Puente de la Amistad iba a ser terrible. Si cruzaba en balsa podía evitar toda la zona hipercomercial que es la frontera Paraguayo-Brasilera.
Resignado, me fui a Brasil para cruzar a Paraguay. No tengo fotos de esta parte pero voy a tratar de explicar el nivel de caos que rodea ambos puestos fronterizos. Un kilómetro antes de llegar al control brasilero ya comenzaba la fila de vehículos y entre todos ellos habían decenas de tipos con chalecos azules ofreciendo estacionamientos y recomendando tiendas de todo tipo. Cada uno que pasaba se acercaba para preguntarme si ya tenía estacionamiento en Ciudad del Este. Dos de ellos hasta me siguieron en una moto para preguntarme lo mismo y entregarme volantes. A todos les decía que no iba a comprar nada, que solo estaba cruzando a Paraguay pero eso solo les hizo cambiar de estrategia: “Mira, allá puedes comprar neumáticos nuevos. Trocar pneu”. Esto siguió hasta llegar al puesto migratorio donde ningún vehículo estaba parando. Todos seguían directo hacia Paraguay. Tuve que parar en medio de la vía detrás de unos bloques de cemento para poder hacer los trámites migratorios.
Flashback: Puerto Iguazú
Retrocedamos un poco…
El primer día fui directo a Foz do Iguaçu para tomar el bus a las cataratas del lado brasilero. Ya me habían comentado que el orden para ver las cataratas es primero ir al lado brasilero a apreciar la vista panorámica y al día siguiente visitar el lado argentino para sentir toda la fuerza de las aguas desde su interior. La caminata no duró mucho ya que era un recorrido bastante rápido pero la vista era impresionante. Ya casi al final había una pasarela donde podías pararte en frente a una catarata menor y verla desde muy cerca. A lo lejos, se veía una bandera argentina flameando en la pasarela sobre la Garganta del Diablo.