Sacar a la moto del Walk On Inn no fue tan fácil como meterla. El escalón de subida era muy alto y la tablita angosta que trajeron solo sirvió para sacar la llanta delantera. Con la ayuda de la administradora y un finlandés, que acababa de regresar de un vuelo por las líneas de Nazca, levantamos la moto y la sacamos. Les agradecí por la ayuda, compré una nueva botella de agua y pasé por el hostal donde había preguntado inicialmente. La calle en frente del hostal estaba destruida y felizmente no me quedé ahí pues salir habría sido prácticamente imposible.
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