Después de un mes de luchar contra el perno rodado, finalmente lograron reemplazarlo en el taller. Claro que les tomó 2 días hacerlo pero por lo menos pudieron. La razón por la cual tuve que llevarla al taller en el primer lugar tuvo un origen algo desafortunado. Tuve un encuentro desagradable con el radar de un policía en el Callao. Había estado teniendo problemas con el velocímetro que marcaba entre 10 y 15 kph más rápido de lo que estaba yendo. Era bastante difícil calcular mi velocidad real de esta manera y esto contribuyó al exceso de velocidad al que iba (que en realidad ni siquiera era taaaanto). El radar me capturó bajando del puente y consecuentemente me detuvo un oficial que se encontraba más adelante. Están advertidos: en el Callao se toman las leyes de tránsito muy en serio.
En fin, con velocímetro y pernos de asiento nuevos llegué a mi casa para desarmar la parte posterior y colocar las alforjas. Pude quitar el asiento trasero con facilidad. Coloqué las alforjas en su lugar, teniendo en cuenta una distancia apropiada del tubo de escape y la cadena. Al volver a colocar el asiento me di cuenta que esto no iba a funcionar. Los puntos de sujetación del asiento estaban cubiertos por las alforjas. Hacerles huecos para que puedan entrar les restaría demasiada fuerza para manterse en posición y aumentaría la rapidez de deterioro. La solución es, y al parecer siempre fue, colocar las alforjas por encima del asiento trasero. Tanto dolor de cabeza para nada. Lo bueno de todo esto es que me dio la oportunidad para limpiar la moto a profundidad. Aproveché para lijar algunas partes oxidadas y aplicarle un líquido antioxidante. Ha quedado como nueva.
Aparte de todo esto, llamé a algunos consulados para averiguar qué documentos necesitaría para ingresar a los respectivos países. El trámite parece ser bastante simple: documento de identidad, licencia de conducir y tarjeta de propiedad para que me entreguen un pase temporal de rodamiento. Simple.